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jueves, 3 de noviembre de 2011

La verdad del acuerdo entre la Liga Árabe y el régimen sirio

Texto original: Al-Hayat
Autor: Jalid al-Dajil*
Fecha: 03/11/2011



La comisión árabe designada por la Liga Árabe ha logrado que el gobierno sirio acepte el plan para acabar con la llamada crisis siria. Dicho plan consta de cuatro puntos: retirada de las armas de todas las ciudades y barrios del país, puesta en libertad de todos los detenidos, entrada de medios a todos los rincones de Siria y celebración de un diálogo entre la oposición siria y el régimen. El hecho de que Siria haya aceptado estos puntos sin reservas, según parece, tal vez nos haya sorprendido a todos. 

En principio, tal aceptación implica una importante renuncia por parte del régimen sirio, más si se tiene en cuenta que los cuatro puntos del acuerdo se oponen diametralmente al concepto que  este régimen tiene acerca de lo que está pasando. El régimen considera que lo que sucede no son más que acciones terroristas perpetradas por bandas armadas financiadas por actores extranjeros. Todo ello con el objetivo de poner en marcha la estrategia conspirativa que busca dividir el país y debilitarlo por el hecho de ser un país de resistencia y rechazo al proyecto estadounidense e israelí en la zona. Aceptando el plan de la Liga Árabe es como si el régimen hubiera renunciado a tal idea, en primer lugar, porque se considera parte responsable en la crisis, lo que implica que debe participar en la solución de la misma, algo que el régimen ha aceptado. 

En segundo lugar, con la aceptación del plan, el régimen ha reconocido a la oposición y la legitimidad de su postura ante la crisis. En consecuncia, ha aceptado dialogar con ella. En tercer lugar, al comprometerse a acabar con la presencia de armas se ha arriesgado a dejar la puerta abierta de par en par para que las manifestaciones y protestas terminen extendiéndose por todos los rincones de Siria. Esto se deduce porque la razón principal de que hasta hoy no hayamos visto manifestacioes multitudinarias es la crueldad en la actuación de los servicios de seguridad, que aplican la política del régimen en la represión de las manifestaciones, aunque ello implique recurrir al asesinato y la tortura. Pero fíjense en que el acuerdo no incluye en este punto una referencia concreta al compromiso del régimen de permitir que salgan manifestaciones pacíficas. Como tampoco recoge que el régimen haya aceptado que la retirada de las armas pueda llevar consigo la ampliación de los focos de las manifestaciones. Este es una importante brecha en el acuerdo de la que el régimen se servirá cuando la necesidad lo exija.


Frente a lo que parecen renuncias por parte del régimen sirio, existen algunas observaciones esenciales que descubren la realidad de estas renuncias. En primer lugar, el acuerdo considera lo que sucede una crisis política; es decir, una solución intermedia entre la teoría de la conspiración del régimen y la realidad de que lo que está teniendo lugar es una revolución popular. La negación del acuerdo de tal realidad mina las exigencias de los manifestantes y sus sacrificios. En segundo lugar, la iniciativa no establece límites ni objetivos más allá del cese de la violencia. ¿Y después qué? El acuerdo no delimita la naturaleza del diálogo, ni sus partes, ni sus objetivos, ni siquiera el lugar donde ha de celebrarse. El régimen no reconoce al Consejo Nacional Sirio, por ejemplo. ¿Quién va a representar entonces a la oposición? Tercero, el párrafo del acuerdo que versa sobre el cese de la violencia es ambiguo en todos sus puntos y se presta a interpretaciones. No recoge el hecho de que el régimen es la fuente principal, si no es la única, de la violencia y los disparos. La Liga Árabe reconoce implícitamente así la versión del régimen de que hay bandas armadas. ¿Qué va a hacer la Liga Árabe cuando el régimen venga y le diga que elementos armados y terroristas no han cumplido su promesa de poner fin a los disparos y que el régimen sirio no puede mantenerse cruzado de brazos ante “terroristas” que se han puesto como objetivos de sus intereses y sus vidas a los ciudadanos? No pasará mucho tiempo antes de que la Liga Árabe se encuentre ante prórrogas y deducciones lógicas arbitrarias interminables respecto a esta cuestión. 

Cuarto, ¿qué pasa con los que han muerto a manos de las fuerzas del régimen que, son, por lo menos, tres mil entre los que hay al menos cien niños? ¿Quién es el responsable de estos crímenes? ¿Y qué pasa con los desaparecidos, que también se estiman por miles? La comisión árabe no se ha preocupado más que por los detenidos y, según el texto publicado, parece que ha logrado que se les libere. Sin embargo quedan varias preguntas sin responder en torno a esta cuestión concreta: ¿Cuándo serán liberados? ¿Cómo? ¿En tandas? ¿Cuáles son los parámetros y las condiciones para liberar a cada tanda?  Y por último, ¿cuánto tiempo pasará entre una liberación y otra?

La aceptación por parte del régimen sirio del plan de la Liga Árabe sugiere que es totalmente consciente de la profundidad de la crisis y el peligro que supone para él. Sugiere también que está convencido de que la crisis se prolongará y de que puede desembocar en una situación parecida al caso libio. Del mismo modo, sugiere que la vía de la represión, a ojos del régimen, o no basta o necesita más tiempo. Pero mientras tanto, con el acuerdo de las sociedades árabe e internacional, gana tiempo. A ello ha de sumarse que el régimen se siente aislado regionalmente y y nota la presión del cerco económico. 

Por último, algo sugiere también que el régimen siente que sus partidarios dentro del país han comenzado a replegarse, especialmente la clase comerciante que hasta ahora ha estado de su parte, pero su apoyo tiene límites y estos llegarán tarde o temprano. Además, están los cuerpos del ejército y de la seguridad. ¿Han comenzado a notar la fatiga? ¿Hasta cuándo se les puede utilizar para reprimir y matar a los manifestantes? ¿Hasta cuándo podrán soportar enfrentarse a sus ciudadanos? En otras palabras, el acuerdo abre para el régimen un respiradero en la crisis, pero no la soluciona porque niega la revolución e ignora la responsabilidad del régimen en el derramamiento torrencial de sangre. El acuerdo es mucho menos exigente que la iniciativa del Golfo para Yemen que pedía a Saleh que dejara el poder. ¿Por qué la Liga Árabe no ha pedido al presidente sirio que lo abandone después de todos los crímenes que ha cometido su régimen? Sin unos mínimos, ¿cuál es entonces el fin de la iniciativa de la Liga Árabe?

*Escritor y académico saudí.

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