Blog dedicado a publicar traducciones al español de textos, vídeos e imágenes en árabe sobre la revolución siria.

El objetivo es dar a conocer al público hispanohablante al menos una parte del tan abundante material publicado en prensa y redes sociales sobre lo que actualmente acontece en Siria. Por lo tanto, se acepta y agradece enormemente la difusión y uso de su contenido siempre y cuando se cite la fuente.

martes, 28 de febrero de 2012

No a la guerra sectaria

Texto original: Al-Quds al-Arabi

Autor: Elías Khoury

Fecha: 28/02/2012



La tragedia de Baba Amro en Homs es un resumen conciso de las políticas del régimen sirio: bombardeos, disparos a quemarropa, asesinato y pisoteo de todos los valores humanos sin piedad. Desde hace tres semanas, el barrio está bajo las balas y estas no cesan.
Está claro que la masacre de Baba Amro se ha convertido en un nuevo punto de inflexión de la situación en siria. El bombardeo de este barrio no es un intento de atemorizar al resto de ciudades, ni de llegar a zanjar el asunto militarmente. El régimen es consciente de que el miedo ha caído y que la revolución se traslada de ciudad en ciudad. También sabe que la lógica del terror ya no sirve. En lo que respecta al hecho de zanjar militarmente la situación, ello tampoco está ya en sus manos, ya es tarde, por no decir que desde el principio era ya una ilusión: nadie puede zanjar con balas y fuego una revolución que se ha extendido por todos los rincones de Siria. Entonces, ¿por qué Baba Amro?
¿Acaso algunas cabezas del régimen siguen pensando que es posible aplastar la revolución como se hizo en Hama? ¿O tal vez estás cabezas dirigen al país, consciente o inconscientemente, y lo más probable es que sea conscientemente, a una guerra civil? Hemos visto cómo la dictadura al estilo baasista se convierte en un anuncio de suicidio, pero se trata de un suicidio acompañado del sacrificio y la destrucción de la nación. Es decir, la única estrategia de la dictadura es probar que el dictador es capaz de destruir y dividir la nación en el momento de su caída. En este sentido Baba Amro no es un antecedente de que la revolución vaya a ser zanjada, sino que es la puerta que las autoridades han abierto hacia el infierno. Es decir, la continuación del salvaje bombardeo no es más que un indicio de que el único plan del régimen es perder a Siria en los derroteros de una guerra civil.
El régimen quiere decir hoy que su caída no se parecerá a la del resto de dictadores árabes, sino que implicará la caída del estado y que anunciará la entrada de Siria en una etapa de fragmentación. El pueblo sirio no podrá enfrentarse a este peligro encomendándose al apoyo de los “amigos de Siria” porque a pesar del apoyo moral a la revolución que ha insuflado la conferencia en Túnez, los sirios no se librarán del derramamiento de sangre al que los conduce la dictadura si no es por sus propios medios y con sus propias manos.
Está claro que las estrategias de las grandes potencias no tienen nada que ver con exigencias. Ni Rusia apoya la independencia de Siria, ni EEUU apoya la democracia. Ello es parte de la hipocresía del lenguaje político en las relaciones internacionales. Ciertamente, una democracia naciente en Siria no reporta ningún beneficio a Israel, porque lo primero que hará un gobierno sirio elegido será comenzar a trabajar en la liberación del Golán.
El régimen sirio ha conseguido implicar al Hezbollah libanés para que lo apoye, del mismo modo que ha podido encomendarse a las ayudas iraníes, lo que ha situado a la revolución Siria en el centro de la lucha entre los estados del Golfo e Irán, y es ahí donde reside el peligro de que Siria se convierta en un campo (de batalla). ¿Acaso la guerra civil en siria es un destino del que no se puede escapar?
Deslizarse a una guerra civil significa que la revolución entre en un túnel sin salida, o al menos, en un túnel muy costoso, que puede llevar a Siria a la destrucción. Lo peligroso es que el régimen ya no amenaza con la guerra civil para atemorizar al pueblo, sino que el fracaso de la política del terror ha hecho al régimen legitimar la fundamentación efectiva y palpable de la lógica de la guerra civil. La revolución siria está hoy ante un punto de inflexión entre las posibilidades de la guerra civil y su total eliminación. Se trata además de un punto extremadamente importante porque no pueden permitirse el fracaso y cualquier error puede ser mortal. Por tanto, es lícito preguntar a los amigos en el Consejo Nacional Sirio (CNS) que han hecho y qué van a hacer.
¿Es lógico que no nos llegue más que el eco de las diferencias políticas y las amenazas en torno a los puestos mientras la gente está siendo asesinada en las calles? El CNS que recibió un apoyo popular sin precedentes cuando fue fundado parece hoy como si disipara ese apoyo por medio de su inmovilismo político y el haberse convertido en algo así como una palestra mediática. La aparición en los medios es solo una pequeña parte de la misión de quien representa al pueblo sirio, mientras que su misión política se compone de tres puntos básicos:
Primero: la elaboración de un discurso político claro para la revolución siria, que delimite el significado del horizonte democrático, y se dirija a todos los sectores del pueblo, especialmente a los que aún se mantienen dudosos. También ha de ser claro en su discurso sobre la cuestión de las minorías religiosas y nacionales. ¿Qué significa un estado civil democrático? ¿Cómo puede la idea de ciudadanía con igualdad de derechos y deberes disipar los temores? No es lógico ni aceptable que tales cuestiones se apoyen meramente en declaraciones a periódicos y televisiones que muchas veces parecen contradecirse. Apagar la mecha de la guerra civil supone estar profundamente concienciado de la necesidad de evitar el sectarismo y rechazar todas sus formas y prácticas, reafirmando el lema de la unidad del pueblo sirio que el pueblo ha elevado en sus manifestaciones.
Segundo: construir las instituciones de apoyo a la resistencia de la gente, llevando a cabo la tarea de crear instituciones populares creíbles y transparentes. La situación actual ya no puede aceptarse, pues la tragedia crece a diario y ello exige una coordinación entre el interior y el exterior para desarrollar medios constructivos de trabajo.
Tercero: Hasta hoy la tarea del Ejército Sirio Libre (ESL) era proteger a los manifestantes y conformar el marco de la resistencia popular, pero la falta de coordinación entre los comités locales y este ejército puede amenazar con que las cosas se vayan de las manos.
En cuarto y último lugar, debe reafirmarse que el horizonte democrático en Siria es la base sobre la que se construirán las instituciones del estado y que la democracia es la antesala del compromiso con la cuestión de la liberación del Golán, que guarda una estrecha relación con la cuestión palestina y el derecho palestino.
Estas cuatro acciones son lo primero que ha de acometerse para hacer fracasar el plan del régimen de ahogar a Siria en el caos de la guerra civil. Es hora de que la oposición siria sea consciente de lo peligroso de la situación para actuar en consecuencia y en respuesta a la llamada de la sangre en Homs, Daraa, Idleb, Hama, Zabadani, Alepo, Damasco y Deir Ezzor.
No hay más opción que la revolución y la resistencia, y no existe más horizonte que la conciencia de que el camino del cambio lo construyen la conciencia, la sabiduría y la paciencia.

Crónicas de la represión siria: cincuenta años de dictadura

A continuación, presentamos algunos extractos de la novela "La concha" (2006) de Mustafa Jalifa, que describen a la perfección a la dictadura siria. 
Esta vez, por el trabajo totalmente voluntario realizado, por el apoyo moral que brinda a este blog y por lo que aprendemos de él, el traductor merece que se le den las gracias de todo corazón.




PRESENTACIÓN
Mustafa Jalifa es un escritor sirio jurista de formación y cristiano de confesión que pasó doce años en las cárceles sirias acusado de actividades subversivas por pertenecer al proscrito Partido de la Acción Comunista. Aunque él mismo negó siempre haber militado en esta o cualquier otra formación política, más allá de comulgar con planteamientos afines a la ideología socialista, el régimen policial vigente en Siria desde 1963 lo mantuvo en varios presidios, entre ellos el de Tadmur/ Palmira –“la cárcel del desierto”-, centro en el que pasó tres años. De aquella experiencia, Jalifa extrajo las herramientas principales para escribir “La concha” (al-Qawqa`a, reedición en árabe en Dar al-Adab, 2008/ La Cocquille, traducción al francés, Actes du Sud, 2007)), donde se relata la tragedia de un joven cineasta sirio, cristiano también, que es arrestado a su regreso de Europa con la acusación, nunca probada y ni tan siquiera investigada, de pertenecer a los… ¡Hermanos Musulmanes! En realidad, al protagonista, Musa, se le detiene por haber cometido otra “afrenta”; sin embargo, un error de los servicios de seguridad termina incluyéndolo en la lista de proscritos islamistas. Nos hallamos en la década de los ochenta, en pleno fragor del combate librado por las fuerzas de seguridad de Damasco contra los Hermanos Musulmanes y, en general, contra cualquier movimiento político crítico con el despotismo del sistema de gobierno pergeñado por el presidente Hafez al-Asad. Desde su arresto en 1982, el caso de Jalifa fue seguido con atención por las organizaciones sirias e internacionales de derechos humanos, las cuales trataban y continúan tratando, mal que bien, de determinar el destino de miles de presos de conciencia diseminados por los presidios infectos del inaccesible sistema policial sirio. Por fin, recobró la libertad en 1994 y terminó saliendo del país. Hoy reside en los  Emiratos Árabes Unidos.

El protagonista de la novela también pasa doce años en el presidio, todos ellos en el de Palmira, en pleno desierto. Antes y después, durante meses, debe sufrir los rigores de los centros de detención de diversos servicios de inteligencia, donde es sometido a torturas físicas y psicológicas muy similares a las que, por desgracia, miles de ciudadanos sirios vienen sufriendo en masa desde el inicio de la revolución en marzo de 2011. Las palizas, las vejaciones, la cosificación en suma, padecidas en todos aquellos centros no son nada, sin embargo, comparados con el martirio al que debe hacer frente en Palmira, cuyo presidio fue descrito por otro literato sirio, Faray Bayraqdar, como “el reino de la muerte y la locura”. Como si de un descenso sin retorno a los infiernos se tratase, la misma entrada de aquella cárcel, de recuerdo ominoso, conminaba a los reclusos a abandonar toda esperanza. “Y padeceréis en esta vida un castigo enorme”, rezaba el cartelón del portalón principal. Una senda que muy pocos hubieron de cruzar en un camino de regreso incierto e improbable. La cárcel de Palmira se cerró en 2001. No deja de ser una ironía que el régimen de los Asad terminara por elevar a la cumbre de la tortura y el desprecio a la identidad del ser humano un edificio construido por el colonialismo francés para castigar y degradar a los sirios que, durante décadas, se opusieron al yugo de la ocupación. En esencia, todos los poderes represivos y brutales se parecen y cultivan una única lógica sanguinaria. Los métodos de tortura y la práctica institucionalizada del ensañamiento arbitrario son tan burdos y cansinos como la falsificación de la realidad ejercida para enmascarar una práctica criminal. Durante décadas, los sirios se han visto sumidos en una espiral creciente de opresión, convertida hoy en una agresión bestial contra pueblos y ciudades enteras. Una rebelión civil ahogada a base de misiles y ensañamiento en las mazmorras.

Musa debe hacer frente no sólo a la inclemencia de sus carceleros sino también al rechazo de sus compañeros de celda. En plena sesión de tortura, poco después de ser detenido en el aeropuerto de la capital –Jalifa nunca da nombres de lugares ni personajes históricos reales pero todo apesta a la Siria de la chusma de los Asad-, grita que no sólo no es musulmán y por lo tanto ajeno al movimiento de los Hermanos Musulmanes, sino también ateo. Este intento de argumentar su inocencia, alegando una falta de vinculación absoluta a cualquier movimiento de índole religiosa como era el de los Hermanos Musulmanes, le depara la enemistad de los islamistas. Estos lo consideran, además de impío, una especie de espía infiltrado por las autoridades para acechar a los activistas y revelar sus secretos. Nace así la intención de Musa de enclaustrarse en una concha que le aísle de su entorno, tanto de sus verdugos como de sus compañeros de celda. Durante años, tratado como un apestado por todo el mundo, se olvidará incluso de cómo suena su voz –no puede hablar con nadie- y su forma de comunicación con el exterior se reducirá a mirar inadvertidamente cuanto ocurre a su alrededor –de ahí el subtítulo de la novela, “diario de un observador a hurtadillas”- y tratar de recrear un mundo interior con el que seguir aferrado al afán de vivir. Sólo los gritos y gemidos animales que emite en las sesiones periódicas de golpes y palizas le permiten recordar que posee una voz.

Como no podía ser menos, la obra abunda en descripciones detalladas de los métodos de tortura aplicados por el sistema policial y militar sirio. El género carcelario es fecundo en la literatura árabe moderna y en él debe inscribirse el texto de Jalifa. No obstante, la crudeza y realismo de las imágenes consignadas por el protagonista y la puntillosa descripción del absurdo de la violencia gratuita hacen de esta obra, junto con un lenguaje sencillo y vivaz y un uso descarnado del sarcasmo, un texto de gran importancia para entender la barbarie del régimen sirio y la incapacidad de la población para romper el muro del miedo que ha permitido la pervivencia de uno de los sistemas políticos más asfixiantes y corruptos del mundo árabe –y ya es decir-. Sólo la intercesión de un familiar del detenido, convertido en ministro por mor de la alianza del Partido Comunista Sirio –pro régimen-, consigue, tras numerosas tentativas, la liberación de Musa y la revisión de su caso. Se descubre entonces la verdadera razón de su detención: haber proferido palabras ofensivas contra el presidente de la República en una reunión de compatriotas sirios en París. Al igual que ocurre hoy en día, los servicios de inteligencia siria disponen de una miríada de “chivatos” en el extranjero cuya mayor afición es enviar informes a la capital sobre lo que dicen y hacen los compatriotas que trabajan y estudian más allá de sus fronteras. Alguien escribió con todo lujo de detalles la ocurrencia de Musa de hablar en términos jocosos de su presidente y, años después, le tocó hacer frente a su descaro. Descartada la imputación de pertenencia a los Hermanos Musulmanes, penada aun hoy en día con la muerte, se descubre así su delito, que deberá purgar con nuevos interrogatorios y métodos de castigo nada sofisticados. Únicamente la insistencia del tío ministro evita que se le vuelva a enclaustrar en la cárcel. Por supuesto, nadie se disculpa ni da explicaciones por el error cometido.

Estos fragmentos traducidos constituyen un humilde homenaje a las decenas de miles de sirios que han padecido la brutalidad de las cárceles y los centros de detención. Hoy son innumerables los sirios que se hacinan en las mazmorras o han sido “ejecutados” por los agentes de seguridad y los mercenarios del sistema. Antes eran muy pocos los que se atrevían a plantar cara a un poder aupado a los hombros del miedo y el pavor. Hoy no es posible contarlos: son una legión. Mujeres, hombres y niños que desafían a las balas, las descargas eléctricas y las mutilaciones para pedir libertad y dignidad. Personas que han superado el miedo y, más aún, han roto la coraza con la que se habían recubierto para no ver ni sufrir ni renunciar a un puñado de ilusiones. Si el protagonista de “La concha” sale de la cárcel destruido y convertido en un ser que ya no puede esperar nada, ni mirar hacia afuera, los sirios de hoy están dispuestos a mirarlo todo y a luchar por sus esperanzas. Y no hay mayor enemigo para las tiranías que la esperanza de libertad. Por eso, sólo ciudadanos esperanzados podrán derribar la tiranía brutal, reaccionaria y chabacana de los Asad.



TRADUCCIÓN:

PRIMER FRAGMENTO:

20 de abril (sin año; sólo aparecen los meses)

Me detuve unos instantes en la escalerilla del avión. Contemplaba las construcciones del aeropuerto, las luces lejanas, las luces de mi ciudad. Qué instantes tan maravillosos.

 (…) En la ventanilla del control de pasaportes el funcionario me pidió que esperara unos instantes y siguió enfrascado en sus documentos. Al cabo, aparecieron dos miembros de los servicios de seguridad y con gran delicadez me pidieron que los acompañase (…). El trayecto, desde el aeropuerto hasta aquel edifico de aspecto deprimente en el centro de la ciudad. Un tránsito en el espacio que se prolongó durante trece años. Un salto en el tiempo. (Luego, muchos años después,tras salir de la cárcel del desierto, llegué a saber que uno de sus espías en el extranjero, que estudiaba con nosotros en París, había elevado un informe a los servicios de seguridad para los que trabajaba en donde se afirmaba que yo había proferido palabras hostiles hacia el régimen actual y me había mofado del presidente de la nación. Un crimen ciertamente grave, equiparable al de lesa traición, si no superior. La delación se había consumado tres años antes de regresar de París). En fin, se suponía, ese informe era lo que me había hecho recalar en aquel edificio que me era tan familiar por haber pasado innumerables veces por delante de él. Siempre lo hacía sobrecogido por la sensación de incertidumbre que de él emanaba y las imponentes medidas de seguridad en su derredor. (…)

(En la sala de tortura)

Sentí que más de cinco hombres me aferraban con fuerza y me tiraban al suelo. (Aun hoy, catorce años después sigo sin poder comprender o imaginar cómo Ayyub (uno de los guardias) se las arregló para meterme en aquel neumático enorme de tal forma que mis piernas quedaron suspendidas en el aire, sin poder desembarazarme por más que lo intentaba. Tampoco alcanzo a saber cómo hizo para quitarme los zapatos y los calcetines.

-          Señor, cable o vara –preguntó Ayyub a alguien que parecía ser el encargado de dirigir el interrogatorio.
-          Vara, vara, parece que el señorito es muy tierno.

Una llamarada de fuego me abrasó las plantas de los pies. Grité. Antes de terminar el primer aullido, la vara ya estaba lacerando de nuevo. Golpes continuados, gritos concatenados. Con todo, me llegó la voz congestionada del hombre:

Ayyub, cuando esté listo me llamas.

No sabía por qué me atizaban así, ignoraba qué podían querer de mí. Me atreví a gritar:

-          Hermano, por favor, ¿qué queréis de mí?

-          Vete a la mierda, maricón.

Esa fue la respuesta de Ayyub, cuyo rostro jamás llegué a ver. Me puse a contar los zurriagazos sin dejar de aullar de dolor. (Mucho tiempo después, los más experimentados me advertirían: contar los golpes recibidos es la primera señal de debilidad. Implica que el muyahid o el camarada terminará derrumbándose ante el interrogador. Entonces, cuando me lo contaron, pensé: ¡pero si yo ni soy un resistente islámico ni un combatiente izquierdista! Según me aconsejaron también, lo mejor en estos casos es concentrarse en algo que te sea muy querido y te reconforte, para de este modo olvidarte de los pies y el dolor).

Al llegar al cuadragésimo impacto perdí la cuenta. También comencé a dejar de sentir mi propio cuerpo. Los gritos habían perdido ya intensidad y se iban apagando poco a poco. Sentía que perdía el equilibrio, vértigo, todo me daba vueltas. Me habían cubierto el rostro con una capucha, pero me parecía ver el mundo en pleno dando vueltas frente a mí. ¿Estaba empezando a perder el sentido? La capucha, el vértigo, el aeropuerto de Orly, el zumo yla cerveza en la cafetería, el avión, la azafata simpática…

(…) El puñetazo del interrogador en la tripa.

-          ¿Qué te pasa a ti? ¿No eres hombre? ¡Tenías que cagarte encima! ¿Cómo te llamas?

Se lo dije.

-          Mira, perro de mierda, todavía no hemos empezado contigo, esto es una caricia comparado con lo que te espera, así que mejor que no te compliques la vida y desde ahora mismo nos lo cuentes todo. Aquí todo el mundo nos lo cuenta todito; y tú, pues también. Así que hala, desde el érase una vez hasta la vaina de las perdices, sin dejarte una coma. ¿Empezamos?

-          Señor, yo estoy dispuesto a contarlo todo lo que usted quiera, pero dígame qué es lo que tengo que contarle.
-          Bien, veamos, empecemos por los nombres de la familia.

Comencé a darle los nombres y apellidos de todos mis familiares, empezando por mi padre y mi madre, pero él me cortó con un chillido de ira:

-          ¿Te estás quedando conmigo, animal? ¿Qué me importan los nombres de tus padres! ¡Que les den por el culo! Quiero los de tu familia en la organización. ¿Vamos!

-          Pero, señor, ¿qué organización? ¿De qué organización me está hablando?

-          Ayyub, parece que este becerro se está haciendo el tonto. Tiene ganas de pasarlo mal y de chafarnos el día, de paso.

-          Señor, por lo más sagrado, por Dios, no sé de qué me está hablando, ¿qué es esa organización?

Ruido de pasos, Se me acerca. Su aliento me azota el rostro. Con gran parsimonia, me dice:

Pues cuál va a ser, la de los maricones como tú, los Hermanos Musulmanes, ¿no sabes ni a qué grupo perteneces? (…)

-          Pero, señor, si soy cristiano.

-          ¡Cristiano, dices! Así revientes, ¿por qué no lo has dicho antes? Entonces, ¿por qué te han traído aquí? Seguro que has hecho algo gordo… ¿Cristiano?

-          ¡No me habían preguntado nada, señor! Y no sólo cristiano… Soy ateo, no creo en Dios (Aun hoy en día no alcanzo a explicarme qué ataque de pedantería me llevó a decir aquella majadería. ¿Para qué se lo diría a aquel interrogador?)

-          Y encima ateo – exclamó en tono reflexivo. Luego calló, permaneció en silencio unos momentos que a mí me parecieron siglos. Oí sus pasos, alejándose de mí. Al cabo, con voz estentórea-: ¿Ateo, dice? Ummm… Pero nosotros somos un estado musulmán… Ayyub, termina tu trabajo.
Y la vara de Ayyub reanudó su tarea.



SEGUNDO FRAGMENTO:

24 de abril
(Después de un viaje de cuatro o cinco horas desde el primer centro de detención). A las ocho de la mañana llegamos ante la cárcel del desierto. (Durante el trayecto había mirado repetidas veces al reloj que aún llevaba en la muñeca. Varios me aconsejaron esconderlo… Sí pero ¿dónde? Me lo dejé puesto). Ante la prisión, decenas de policías militares. La puerta era pequeña. Encima de ella, un letrero con letras negras en relieve en el que podía leerse: “En esta vida sufriréis el castigo por vuestros actos”. Los miembros de los servicios de seguridad que nos habían llevado hasta allí abrieron las portezuelas de las camionetas y nos hicieron bajar, ellos que siempre nos habían tratado con rudeza y crueldad, con cierta delicadeza teñida de compasión. Incluso, uno de ellos dijo “Dios os asista”, intentando evitar, al igual que el resto de sus compañeros, mirar a los ojos de los imponentes guardias militares, los cuales se habían apostado en derredor nuestro formando un semicírculo, todos con una mano apoyada en la cintura y la otra haciendo bascular tediosamente una porra eléctrica o una ristra de cables tensados…

TERCER FRAGMENTO:

17 de mayo.
(De vuelta de la prisión de Tadmur / Palmira)… Damasco, mi ciudad. No podía reconocer nada de las calles por las que pasábamos, desde el coche del servicio de seguridad que me había traído de allí. La ciudad en la que nací, en la que me crié, la cual, pensaba, conocía muy bien; no reconocía sus calles ni me veía capaz de intuir hacia dónde nos dirigíamos. Había cambiado tanto que se hacía muy complicado, para alguien como yo que llevaba tanto tiempo ausente, aprehenderla de nuevo. Sólo cuando llegamos a la plaza central de la ciudad sentí que sí, que había retornado a la urbe que tan bien creía conocer. Esa fuente, sí, esa, cuánto me gustaba quedarme junto a ella, bajo la llovizna del agua que caía desde arriba. Me sentía revivir. Al llegar allí comprendí que el automóvil me conducía a la central de inteligencia en la que recalé el día de mi regreso al país. ¿Seguirían allí, después de todos estos años, Abu Ramzat y Ayyub? La vara con la que me azotaba los pies Ayyub me parecía, ahora, un juego de niños ante los horrores que tuve que ver y padecer en la cárcel de allí, a mucha distancia de aquí.

El coche se detiene en un semáforo. Miro a la gente. Escruto los rostros. ¿Qué es toda esa indiferencia? ¿Cuántos de ellos sabrán lo que ha pasado y sigue pasando en el presidio del desierto? Me sigo preguntado: ¿a cuántos les importará? ¿Es este el pueblo del que tanto hablan los políticos? ¿Al que tanto ensalzan, encomian y divinizan? ¿Es posible que este gran pueblo no sepa lo que está ocurriendo en su país? Si no lo sabe, es una catástrofe; y si lo sabe y no hace nada para cambiar las cosas, nos hallamos ante una catástrofe aún mayor. Este gran pueblo, concluí, o bien vive narcotizado o bien es imbécil. Un pueblo compuesto por un sinfín de idiotas… Alguien de entre todo ese gentío, este frutero, aquella chica que camina feliz y sonriente del brazo de su novio, quien sea, ¿podrán imaginarse siguiera quién es Nasim? Nasim, que permanece todavía en la cárcel del desierto, a la espera de que alguien le dé su medicina. Nasim, que enloqueció porque no pudo soportar toda esta realidad.

Sonreí para mis adentros. ¿Por qué pienso con tanta furia? ¿Ahora resulta que voy de activista político? Sonreí a mi pesar. ¿Me creía que todo este pueblo iba a salir a la calle a manifestarse masivamente para exigir que me sacasen de la cárcel? ¿Quién soy yo?



COLOFÓN

… La negrura ha vuelto y ha arrojado su sombra sobre todas las cosas. Miles y miles de noches pasé enclaustrado en mi concha en aquella prisión del desierto reviviendo y ordeñando cientos de sueños que me hacían resucitar y anhelar, brindándome a mí mismo la ilusión de que, si algún día me era dado salir de aquel infierno, disfrutaría lo que me quedara de vida a lo ancho y lo largo, a borbotones; que lucharía por hacer verdad todos aquellos sueños tan reales. 

Pero ahora ha transcurrido un año completo y no tengo ganas de hacer absolutamente nada. Pienso que todo cuanto me rodea es vileza, ruindad. Una inmensa sensación de pútrida debilidad. 

La nueva concha en la que me he recluido  es cada vez más gruesa y opaca. Ni siquiera siento el mínimo deseo de mirar con atención, de observar a nada ni a nadie. Sólo trato de tapar cualquier agujero, cualquier grieta, que pueda haber en este mi segundo caparazón. No deseo mirar hacia fuera. Me impermeabilizo para concentrarme en un escrutinio interior. Solo aspiro a concentrarme en mi propio ser. En espiarme a mí mismo.

lunes, 27 de febrero de 2012

Un mensaje desde Homs a la luz de una vela



Hola.
Por supuesto, electricidad no hay. Internet, tampoco. No hay nada más que esta vela, que nos está iluminando el camino y se ha convertido en nuestros ojos para poder ver.

Tal vez queramos que nos dejen vivir en la oscuridad, ya vivimos en la oscuridad y no nos ven. Y nosotros no vemos más que esperanza y  amor, por una sencilla razón, porque vives en una nación por la que la gente está muriendo. Todo el mundo tiene entre su gente a hermanos y amigos que se han ido. 

Todos los que conformaban tu entorno se han convertido en velas como esta. Hoy en Homs llevamos cuatro mil velas, cuatro mil mártires. ¿Por qué siguen cortando la electricidad? Cuatro mil velas nos iluminarán la casa, porque si no no podrás ver todo, y así el camino ya no estará borroso. El camino está claro, es difícil y duro, y además dolerá dentro. Cada día te ves obligado a llorar, cada día te despides de alguien. Caminas por la calle y en cualquier momento puedes ver un cadáver, una bala que pasa a tu lado, tal vez veas un niño, o tal vez veas cualquier otra cosa. La magnitud del sufrimiento que estamos viviendo hoy es indescriptible. No podemos detenernos, desde el fondo de nuestro corazón, desde dentro, deseamos hacer algo por nuestra querida nación que ha sido tratada injustamente, deseamos que sea más bella y mejor. Tal vez quien quiera que este país sea más bello no pueda vivir en él, puede que muera antes de ello. La revolución siria es de todos, no es de Homs, ni de Damasco, ni de Alepo, ni de Daraa. La revolución siria es de todos. Nos miran y dicen: ¿Quién es ese pueblo tan valiente y magnífico? ¿Dónde estaban todos esos?

A veces te despiertas en mitad de la noche y empiezas a recordar, echas de menos a tus amigos, a Yamal, a Adnan... Puede que incluso te eches de menos a ti mismo, pero tienes que aguantar, no hay más. Estamos muy preocupados por los que están fuera, quemándose por dentro, que dejaron su país en algún momento, no porque no quisieran vivir en su tierra, sino porque querían existir, vivir… Aquí se asfixiaban. Querían ver, respirar. Hay quien ya no ha podido volver, pero todos están sentados delante de la televisión, en internet, escuchando las noticias, actuando, queriendo ir, queriendo venir. Siria no volverá a ser la misma, no, será más bella que ahora, mucho más, mucho, mucho más. Creedme, mucho más, mucho mejor. Todo está cambiando, todos nos estamos volviendo mejores. El país ha mejorado. Es cierto que hay disparos, muertes a manos de los francotiradores y otras cosas, pero la nación está naciendo y el parto es difícil, en un parto hay sangre, en un parto hay dolor, en un parto hay gritos y hay llanto, tal vez incluso depare en la muerte. Pero el saber que va a haber un nacimiento te permite vivir en situación de espera, de deseo de ver al bello niño que ha sufrido durante nueve meses y que puede que siga sufriendo. Pero al final, vendrá, por mucho que se retrase. Por eso, mantened vuestra fe en Dios y en las personas que están dentro, que, de veras no queremos estarasí. Qué afortunada eres, Siria.

sábado, 25 de febrero de 2012

Y el mundo mirando...

Tras leer varios artículos sobre la incapacidad internacional, ya sea árabe, occidental o regional, hemos seleccionado dos carteles que responden de maravilla a la decepción que cada día se siente con más fuerza entre la población y que les hace conscientes de que están muy solos:

"Todo el mundo habla
y nadie en el mundo se mueve"
(Amuda, 24/02/2012)


"A quien corresponda:
Quien me representa son los revolucionarios sobre el terreno
y no los que se hospedan en hoteles"
(Los libres de Binnish)

jueves, 23 de febrero de 2012

Sobre la dimensión social de la revolución

Texto original: Al-Sharq al-Awsat

Autor: Fayez Sara

Fecha: 19/02/2012


La dimensión más destacada de la revolución siria es la política; es decir, se trata de una lucha entre el régimen y sus opositores en el nivel popular por medio de las manifestaciones por un lado y, por otro, por medio de las posturas adoptadas por los grupos y bloques políticos. Por su parte, el régimen ha respondido a las manifestaciones, las quejas políticas y las posturas de la oposición con campañas policiales que han terminado por convertirse en auténticas campañas militares y que han dado como resultado el asesinato, herida, detención y desplazamiento de decenas de miles de sirios cuyas propiedades han sido destruidas. Ello ha aumentado las posibilidades de que aparezca una dimensión militar armada en la revolución siria, que se une a su homóloga política. Entre las expresiones de esta dimensión militar, están las deserciones en el seno del aparato militar-securitario, bien por negarse los soldados a participar en dichas campañas, bien haberse sumando al movimiento popular. También algunos de los participantes en el movimiento popular han recurrido a las armas como medio de autodefensa y de respuesta a tales ataques. Ello ha tenido efectos devastadores en las zonas afectadas, además de haberse sucedido operaciones militares en las zonas candentes de Siria, que nada tenían que ver con la dimensión militar-armada de la revolución.

A pesar de la importancia de las dimensiones política y militar, dado su fuerte y decisivo impacto sobre el desarrollo y el resultado final de la lucha entre el régimen y sus opositores, que determinará el destino de la revolución, lo cierto es que hay otras dimensiones, como la económica y la cultural. Y aunque sea la menos destacada, la dimensión social de la revolución no es menos importante que las anteriores.

Las expresiones de la dimensión social en la revolución de los sirios son muchas, y tal vez las más importantes sean de tres tipos fundamentales: los cambios sociales que ha sufrido la realidad social en lo referente al papel y participación de la sociedad en las actividades generales, el apoyo y la ayuda que llegan a la revolución, y las formas de organización que los sirios intentan cambiar o para las que buscan crear nuevos marcos de acción.

La primera expresión de la dimensión social viene representada por el cambio esencial que se ha producido en el nivel de participación popular en las actividades, pues efectivamente, la revolución siria cuenta con una amplia participación social. No solo han participado los hombres, teniendo en cuenta que ellos forman la base de las manifestaciones  y las protestas, sino que se han unido a ellos mujeres que estaban fuera de ese ámbito en general. También se han unido niños y adolescentes que antes no participaban en ningua actividad. Así, la revolución ha provocado un cambio cualitativo en la realidad social de todos los sectores y en sus relaciones internas. Puede decirse en este sentido que se han producido cambios sociales en las ciudades y pueblos del movimiento popular en particular y en toda la realidad siria en general.

La segunda expresión de la dimensión social la dibuja la solidaridad entre los sirios para enfrentarse a las cargas de la revolución, y que no se limita a las zonas más afectadas y víctimas de una destrucción y unas pérdidas enormes. Tales zonas, además de otras muchas, han pagado la factura de los perjuicios humanos y materiales rodeados de cierta confusión provocada por actores de dentro y fuera del régimen. En este sentido, se han garantizado ayudas de todo tipo. 

En relación con esto están las relaciones que han establecido los sirios del exterior con sus conciudadanos del interior. Aunque lo más visible  de esta relación son las ayudas económicas y médicas, así como la solidaridad general, lo más importante es el sentimiento de los sirios de fuera de que, en efecto, forman parte de la población, y, en segundo lugar, su intento de reconstruir los lazos de unión con su país y su pueblo. Ello a pesar de que muchos están totalmente asentados en el exilio y llevan las nacionalidades de los países en los que viven.

La tercera expresión de la dimensión social es la búsqueda de los sirios de identidades sociales independientes de las identidades homogéneas que le régimen impuso durante décadas a través de las organizaciones profesionales, los sindicatos de trabajadores, médicos, ingenieros, etc. Lo que con ello se pretendía era mantener bien atadas a todas las capas y clases sociales y ponerlas al servicio del régimen como justificadores de su marco ideológico y sus posturas políticas. La revolución ha fortalecido el deseo de la sociedad siria de salir de estos parámetros y estas identidades y la ha empujado hacia la libertad. Por eso, mientras distintos sectores se han ocupado de algunos ámbitos sociales, también se están haciendo constantes esfuerzos dentro de las organizaciones profesionales y sindicales del régimen para provocar las escisiones desde dentro.

La revolución ha dejado profundas huellas en la vida social de todos los sectores y clases sirios, huella que se ha extendido a los sirios en el exilio. Esta es una evolución que Siria no había presenciado durante largas décadas de su historia moderna y contemporánea.

miércoles, 22 de febrero de 2012

Unos frente al uno...

A continuación un cartel, esta vez de Hama, que enfatiza el hecho de que el régimen sirio es lo peor que le ha pasado al país aunque aquel piense lo contrario:


"El pueblo sirio no es uno, 
el pueblo sirio son 23 millones de unos 
contra uno que se piensa mejor que esos 23 millones de unos...
El peor de vosotros es mejor que ese uno"
(Comité de dirección de la revolución en Hama 17/02/2012)

martes, 21 de febrero de 2012

El lenguaje político y el lenguaje revolucionario

Texto original: Al-Quds al-Arabi

Autor: Elías Khoury

Fecha: 21/02/2012


Tras los vetos ruso y chino en el Consejo de Seguridad, Siria se encuentra en un nuevo punto de inflexión. Es como si el régimen hubiera obtenido un permiso internacional para llevar la represión a límites de salvajismo sin precedentes por medio del bombardeo diario e incesante sobre Homs. Ha optado por la solución militar sin preocuparse por los resultados. Pero esta solución ha demostrado su inutilidad pues, exceptuando los ingentes números de víctimas mortales y heridos, y el gran destrozo que azota las ciudades, el régimen se encuentra ante una puerta cerrada y entre sus víctimas solo halla una mayor determinación para continuar con la resistencia. Aquello a lo que se enfrenta el régimen republicano hereditario en Siria no son fuerzas militares a las que pueda vencer y aplastar, sino que se enfrenta a una revolución popular verdadera muy arraigada, por lo que sus victorias militares carecen de sentido. Entra en Zabadani y estalla el Mezze en Damasco, bombardea Homs y Daraa se levanta, lo intenta en Hama y se da de bruces con Alepo. Ya no hay forma de acabar con ello y el veto y el apoyo ruso no servirán porque la revolución escapa ya a sus posibilidades de control.

Esta verdad que ya conocen todos no será, desgraciadamente, un momento para que el régimen eche la vista atrás. Bashar al-Asad ha perdido todas las oportunidades pensando que era capaz de repetir la lección que dio el régimen en Hama en 1982, olvidando que los tiempos han cambiado, y que lo que era posible en el pasado es hoy imposible. Por eso, se encuentra en un pozo de sangre en el que se ahoga sin saber que la revolución siria posee sus métodos y ha logrado un maridaje entre la manifestación pacífica y la protección de la misma. Esto es una experiencia única en su género si se compara con el resto de las revoluciones. Los sirios lo han conseguido a consecuencia de la locura del aparato de represión, que quería desde el principio de la revolución en Daraa optar por la solución militar y, por ello, sigue empujando a un enfrentamiento armado entre el aparato del régimen y el pueblo. Los sirios han sabido cómo evitar caer en la militarización total de su revolución y por ello merecen más que nuestra consideración. Tras el terrible bombardeo de Homs, Damasco ha encontrado la forma de llevar las manifestaciones al corazón del Mezze, dando a la dimensión popular de la revolución, que es su instrumento principal, su lugar como instrumento principal. Pero la revolución siria no se enfrenta solo al peligro de la militarización, sino que también se enfrenta al peligro de la separación de la política de la realidad sobre el terreno debido a los intentos de las fuerzas regionales e internacionales de utilizar Siria como un campo de lucha abierta.

A pesar de que algunas voces han pedido la internacionalización y la intervención militar, incluidos miembros de la oposición siria, tanto la internacionalización como la intervención extranjera las ha comenzado el régimen al apoyarse en Rusia e Irán. Las armas fluyen hacia el ejército del régimen y la apuesta total por la política rusa se ha convertido en su único eslogan político. Desgraciadamente, los que defienden la alianza con Rusia olvidan que los sueños zaristas de Rusia y que acarician la imaginación del señor Putin no tienen relación con el pasado, que se extinguió con la caída de la Unión Soviética. Y mientras el apoyo efectivo con dinero y armas lo recibe el régimen, el pueblo no ha recibido de sus nuevos supuestos amigos (EEUU, Europa y los estados del Golfo petrolero) más que promesas 

Tal vez hoy estemos ante un nuevo punto de inflexión conocido como “apoyo humanitario” por un lado y, por otro, apoyo limitado al Ejército Sirio Libre. Sin embargo, no se trata de más que de un apoyo limitado cuyo objetivo es contener la revolución. Y aquí es donde llega la gran paradoja de la revolución siria: el régimen es incapaz de acabar con ella, pero no ve ante sí más que le camino de la violencia, y con ello arrastra al país a convertirse en un campo de luchas regionales e internacionales. Por su parte, las fuerzas que ayudan a la revolución quieren contenerla, y eso no se logrará más que prolongando el sufrimiento en medio de un baño de sangre.
El lenguaje de la revolución que han creado los y las jóvenes de las coordinadoras, y que se ha convertido en un símbolo vivo del heroísmo que personifica Homs con su perseverancia legendaria, no tiene nada que ver con el lenguaje de esta política belicista internacional y regional, que no ve en el sufrimiento del pueblo sirio más que un medio para saldar cuentas. Rusia quiere que los cadáveres se amontonen para volver a ser un país poderoso y EEUU quiere aprovechar la muerte en Siria para dar una lección a Rusia y debilitar a Siria como nación. Por su parte, el Golfo petrolero no ve en la revolución siria más que una ventana hacia la lucha política y confesional con Irán. Esta realidad, al contrario de lo que muchos piensan, es la única salida del régimen, pues sabe que su tiempo está llegando a su ocaso y que no hay marcha atrás. Así, ve que solo prolongando la crisis y poniéndola al servicio de las luchas internacionales podrá alargar su vida. En consecuencia, seguirá su cruenta lucha y sus evasiones, con la esperanza de beneficiarse de la transformación de la nación siria en un campo, para procurarse un lugar en los acuerdos y apostando por la militarización demente en zonas rurales y urbanas, para destruir la revolución siria desde dentro.

Siria ya no puede sucumbir a la solución militar como imaginan los dirigentes del régimen dictatorial, un régimen que quiere ponerla hoy en el centro de las luchas regionales e internacionales y con ello, destruir el país como hicieron otros regímenes represivos árabes que se han desplomado después de llevar al país a la catástrofe.

La esperanza está, por tanto, fuera de las ecuaciones del lenguaje político que domina hoy, la esperanza está atada a los y las jóvenes de la revolución siria, a un pueblo que ha rechazado la humillación, que construye su libertad con sus manos y que funda una nación a partir de la voluntad de sus hijos. El lenguaje de la revolución es el que debe dominar, no el lenguaje de las políticas regionales e internacionales que conducen a Siria al matadero. La revolución vence con sus hijos, solo con ellos, con su voluntad de que Damasco vuelva a ser el centro de la arabidad y de que Siria vuelva a ser la nación de todos sus hijos, sin divisiones sectarias ni étnicas.

Cuando Siria vuelva, todos los jugadores internacionales y regionales descubrirán que las revoluciones árabes, a pesar de las dificultades a las que se enfrentan, son la puerta de entrada para que la zona recupere su soberanía y su decisión nacional, y son el umbral para que las cosas vuelvan a su sitio al terminar la larga era de la decadencia que ha dado al traste con las cuestiones importantes, a cuya cabeza está la cuestión palestina.

Entrevista con el comandante Khaled Hammoud


Texto original: Damascus Bureau

Autor: Razzan Zaytouna

Fecha: 19/02/2012


 
Entrevista de Razzan Zaytouna:

El comandante Khaled Yusuf Hammoud nació en 1974 en el pueblo de Abdita en Jebel al-Zawiya y sirvió en las unidades especiales aéreas. Al comenzar la revolución, se encontraba en una de las primeras fuerzas militares enviadas a Daraa para reprimir la revolución. Ayudaba de forma secreta a los revolucionarios y presentó al Jefe del Estado Mayor un informe sobre los crímenes cometidos por el ejército contra los civiles: asesinatos, torturas y robos. Fue víctima de tres intentos de asesinato desde la primera vez que intentó desertar el 25 de marzo de 2011. Finalmente pudo hacerlo de forma pública en el pueblo de Basama, en Jisr al-Shugur el 12 de noviembre de 2011
Además de su papel militar, como miembro del comité de medios de comunicación del Ejército Sirio Libre (ESL), es uno de los oficiales más dispuestos a discutir y hablar de las dudas que tienen los activistas y los revolucionarios sobre los distintos temas que les preocupan en esta etapa en concreto de la revolución siria. Algunos de esos puntos se tratan en la entrevista que se reproduce a continuación:

Señor Comandante, ¿cuánto de verdad hay en lo que se oye de que los países árabes tienen intención de apoyar al ESL y financiarlo?

A día de hoy nadie reconoce al ESL y todo lo que se dice y oye sobre ello son meros rumores. Parece que el cuerpo político de la oposición incluye personas a las que no les agrada nuestra existencia y entre ellos están los que han decidido no apoyarnos.

Esto me lleva a preguntarle por el apoyo que les brinda el Consejo Nacional Sirio:

El CNS no ofrece ningún apoyo al ESL y yo lo responsabilizo de la prolongación de la revolución y el derramamiento de sangre en Siria, pues antes el CNS trabajaba a escondidas en contra del ESL. El resultado fue el vergonzoso borrador de acuerdo al que llegaron Burhan Ghalioun y Haytahm al-Manna’[1]. Después, solo nos han hecho promesas.

Pero nadie ha reconocido tampoco al CNS, ¿cómo esperáis que se reconozca al ESL?

El mundo no reconoce al CNS porque no está cualificado para ello a día de hoy, ya que sus miembros trabajan unos contra otros y no se preocupan más que por la etapa posterior a la caída del régimen. Pero nos vemos obligados a reconocerlo porque no hay alternativa.

¿Apoyáis la creación de un ente político como alternativa al CNS?

Esperamos que el CNS lleve a cabo una reforma interna para estar a la altura de las circunstancias en Siria.

Algunos dicen que una de las razones por las que se duda si apoyar al ESL es el miedo a que los militares vuelvan a dominar el futuro de Siria, ¿cómo pueden disiparse esos temores?

Solo se puede si se reconoce el ESL y existe una solidaridad con él. Además, ha de crearse una estructura a la cual sus miembros se puedan incorporar. En resumen, es necesario un consejo de transición del que el ESL forme parte y bajo cuyo paraguas trabaje.

¿Cuál es el papel del Alto consejo Militar que ha sido recientemente creado y cuál es su relación con el ESL?

Como dijo el general Mustafa al-Sheij en el comunicado fundacional, el objetivo es absorber a los altos cargos que vendrán y, de hecho, hace poco vino un general de rango superior al general Mustafa al-Sheij, el general Faiz Amro. Esperamos que le entregue el liderazgo del Consejo para convencernos de lo que dijo. No hay coordinación ni relación entre dicho consejo y el ESL: supimos de su creación por la televisión.

¿Entendemos entonces que las diferencias que se reducían a los políticos de la oposición se han trasladado a las filas del ejército?

Creo que las diferencias entre los militares pueden venir bien al interior de forma indirecta, al contrario que las diferencias entre los políticos. La multiplicidad de puntos de vista y  opiniones entre los militares ha llevado a que todos intenten afirmar su presencia enviando apoyo y reforzando las deserciones, además de supervisar las acciones y la organización de las filas.

¿Tenéis planes prácticos para que el ESL monopolice las armas y evitar así el caos? ¿Estáis al tanto de esos peligros?

Desde el principio estamos pensando en ese tema y por eso, el comandante Riyad Al-As’ad otorga el liderazgo a los oficiales y solo con ellos y así mantener el control de las armas, Además, se ha creado el Tribunal Revolucionario en el que hay dos sheijs y un juez. El ESL no se salta las normas ni las costumbres, sino que se nos comprometemos a respetarlas porque queremos que Dios nos dé la victoria y no queremos dar a probar a otros lo que hemos probado nosotros a la sombra de este régimen.
Pero la realidad dice que la inmensa mayoría de elementos del ESL son civiles…

Lo dirigen militares y los excesos que se cometen aquí y allí no nos gustan. Queremos ir hacia un estado civil que rechace el sectarismo y el gobierno sobre una base sectaria.

¿El ESL ha abierto la veda para el alistamiento de civiles?

No queremos militarizar la revolución por completo y el hecho de que haya civiles en el ESL, que son familiares de víctimas, es para controlar las reacciones. Me opongo a la llamada al alistamiento voluntario. Armemos primero a los desertores y garanticémosles la munición antes de pensar en abrir la veda para voluntarios. Nos han armado bien y por ello podemos llevar a cabo acciones cualitativas que aumenten las deserciones en el ejército y aceleren el derrocamiento del régimen sin necesidad de militarizar a los civiles.

¿Por qué el ESL no ha llevado a cabo operaciones contra las instalaciones del régimen, su ala económica y se extensión militar, como cortar la línea de ferrocarril, por ejemplo?

Al principio, dudábamos incluso de si atacar al tanque que nos estaba atacando porque es nuestro aunque esté en manos ajenas. Estamos en contra de arremeter contra la infraestructura que es propiedad del pueblo sirio. El régimen, en repetidas ocasiones, ha sacudido objetivos similares acusándonos de ello para disfrazar los hechos. Es cierto que a veces suceden cosa que no apoyamos, pero la dificultad de comunicación es un obstáculo a la hora de impedirlas. En cuanto a las operaciones que debilitan al régimen, estamos armados de forma muy rudimentaria y cualquier gran operación necesita mucho apoyo.

¿Tenéis garantías contra el sectarismo o la sectarización del ESL? ¿Y para enfrentarse a la creación de grupos armados extremistas en el plano religioso?

Nos da miedo, y para dar garantías necesitamos apoyo, porque quien tiene apoyo puede controlar lo que pasa sobre el terreno. Sabiendo que en nuestras filas hay miembros de todas las sectas, rechazamos el sectarismo y nuestra revolución no es religiosa. No hay entre nosotros nadie que apoye el extremismo. Todos somos personas sencillas, maltratadas durante cuatro décadas, y cuya aspiración es derrocar al régimen. Mis aspiraciones personales terminan con el derrocamiento de este régimen y después, dejaré el asunto en manos de los civiles.

En los últimos días han aumentado los secuestros y los sobornos en varias ciudades en nombre de la revolución y el ESL, ¿cómo pretendéis enfrentaros a estas prácticas?

Yo siempre estoy en contacto con los revolucionarios sobre el terreno e intento orientarlos, pero hay que fijarse en que estos errores no son cometidos por militares, sino por civiles exclusivamente y la mayoría son grupos armados que han aprovechado la situación y han visto en el ESL un chivo expiatorio. Tales actos salen del régimen porque solo lo benefician a él.

Hay testigos de prácticas similares por parte de algunos revolucionarios, ¿cómo os enfrentáis a este tipo de situaciones?

Vuelvo a decir que, si tuviéramos apoyo, podríamos controlar incluso esas acciones y acabaríamos con estos comportamientos.

¿Cuál es la postura del ESL en relación con los secuestros a cambio de rescates, ya sean de militares o de civiles, opositores o partidarios del régimen?

Los secuestradores se quejan siempre de que necesitan pagar la munición y yo les digo que Dios es bueno y no acepta más que el bien. No apoyamos el secuestro a cambio de rescate porque se trata de acciones de bandas. Es una vergüenza que quien pide libertad pague su precio por medio de rescates.

Con el considerable aumento de la fuerza militar del régimen y el bombardeo ininterrumpido de ciudades últimamente, además del retroceso del número de manifestaciones en las zonas catastróficas, ¿cómo veis los próximos días? ¿Cuál es vuestra estrategia para enfrentaros a este nuevo nivel de violencia y criminalidad del régimen?

El comportamiento del régimen indica que el ESL le ha afectado y está jugando al juego del tiempo. Rogamos por que aumenten las deserciones y por conseguir apoyo o al menos un suministro de armas. Seguiremos hasta la muerte o la victoria.

[1] Acuerdo firmado entre el CNS y el comité de Coordinación Nacional, principal órgano opositor en el interior, en el que no se reconocía al ESL, pues ni siquiera se le mencionaba, a finales de diciembre de 2011. Cuando e descubrió esto, las críticas llevaron a Ghalioun a rectificar diciendo que era un borrador, una versión que muchos no creen.