Texto original: Al-Quds al-Arabi
Fecha: 21/01/2012
Bashar al-Asad no fue a la Opera rodeado de shabbiha
y hombres del mujabarat para cantar a la paz. El hombre que se sienta
sobre el trono que heredó de su padre hace trece años sabe que las patas de
este trono están fabricadas con el cemento del despotismo fusionado con la
sangre de las víctimas. El hombre fue muy claro desde el principio. En los
primeros meses, cuando la revolución era 100% pacífica, el pequeño Asad abortó
todos los intentos de llegar a un acuerdo, quedando los diálogos que hubo entre
algunos pilares del régimen y algunos rostros opositores en nada, entregándose
al asesinato ciego. Ello es la razón por la que los intentos de Kofi Annan, y
después Lajdar Brahimi no han sido más que pérdidas de tiempo. A pesar de que
los dos enviados internacionales mostraron una neutralidad ambigua y adoptaron
muchas de las expresiones del régimen, Asad hijo acabó con todas sus
propuestas, basándose en el apoyo iraní absoluto y la connivencia rusa por un
lado, y en su aparato criminal que se cierne sobre el pueblo por otro.
La gran cuestión siria no tiene nada que ver con las
intenciones del régimen, conocidas desde el principio, ni con las posturas
internacionales y árabes, en general ambiguas: dudas estadounidenses sobre si
apoyar o no a la revolución que se deben al compromiso absoluto estadounidense
de apoyar a Israel, cubierto de miedo al islamismo. Las posturas árabes las
dirigen el dúo catarí-saudí con sus propias contradicciones internas y su insistencia
en jugar un papel que supera con creces su peso real, minando al ESL al ofrecer
su apoyo directo a los grupos islamistas armados, y alimentar las divisiones en
el seno de las fuerzas opositoras. Ni la postura de EEUU debe sorprendernos ni
la de Rusia era algo inesperado, como tampoco son motivo de estupefacción las
posturas de los reyes del petróleo y el gas. Todo eso se esperaba, pero estas
posturas se han prolongado hasta un punto en el que hoy constituyen una amenaza
para la revolución siria, debido a la ausencia de un liderazgo político sirio,
resultado de la impotencia, la dependencia y la formación deficiente.
Cuando utilizo aquí la palabra amenaza, no me refiero a que
esta situación pueda permitir la permanencia del régimen, pues el régimen
asadiano ha caído y quien hoy se sienta sobre el trono de sangre no dirige un
Estado, sino una banda. Pero ello supone que la revolución esté amenazada por
la división y que “la victoria” del régimen solo supone una cosa: la
destrucción total de Siria, lo que dificultará su posterior levantamiento tras
la caída del fantasma asadiano.
La mayoría de los esfuerzos de los analistas que apoyan la
revolución se han vertido en la crítica al régimen y el análisis de las
posturas internacional y árabe, y en los casos en que algún frente ha criticado
a la revolución, se ha limitado a criticar las prácticas parciales, la mayoría
de las cuales a día de hoy se centran en criticar el fenómeno de Al-Nusra.
Pero lo que ha de hacerse hoy es criticar las formaciones
políticas opositoras, sea de forma general, o según los argumentos que usan los
distintos grupos de apoyo. Lo que hoy necesitamos es una crítica de la
oposición y un llamamiento a que se comporte como una oposición responsable del
futuro de Siria, dejándose de discusiones inútiles.
El Comité de Coordinación Nacional con su proyecto pacífico
ha fracasado, el CNS con su proyecto apoyado en la ilusión del apoyo
internacional ha fracasado también, y la Coalición que nació de un proceso
cesarista en Doha, y que nos hizo creer que llevaba en su bolsillo las llaves
para el apoyo armamentístico y material a la revolución, nos hizo unas promesas
que se han ido o están a punto de irse con el viento.
¿Qué pasa y por qué?
Es fácil achacar las causas al régimen que mató la vida
política durante cuatro décadas, pero ¿qué han hecho las fuerzas políticas en
dos años cada día de los cuales hemos visto una resistencia, una heroicidad y
una bravura que no habíamos visto en décadas, llevada a cabo por los sirios y
las sirias en su enfrentamiento con la destrucción, las masacres y la locura de
la muerte?
Sí, ¿qué habéis hecho, señoras y señores?
La verdad que debe decirse es que la gente se ha cansado de vosotros,
de vuestros argumentos y de vuestras luchas internas por los sillones del poder
que no existen. También se han cansado de veros en las pantallas de televisión,
habiéndose convertido el más grande de ustedes en un imitador de los presentadores
de los programas por satélite.
La realidad también es que la gente no comprende por qué no
vais a las zonas liberadas en Siria. ¿Teméis la muerte? ¿Es que vuestras vidas
son más valiosas que las de los demás? ¿O es que pensáis que vuestra espera en
los hoteles es vuestro camino al poder?
¿Por qué no dirigís? El líder dirige, señores. Moaz
Al-Jatib, Riad Seif, Suheir al-Atassi, George Sabra y todos los demás deben
saber que el líder ha de estar con su pueblo, y que las zonas de las que se ha
retirado el régimen no pueden soportar el vacío. Si no estáis en ellas para
dirigir a la gente, no debéis sorprenderos de que las dirija el Frente de
al-Nusra o cualquier otro líder sobre el terreno.
Dijeron que unirían al ESL y conformarían un gobierno, se adoptaron
decisiones y pactos que no sé cómo llamar, pero nada palpable. El gran
interrogante sirio ha de dirigirse a la oposición y no al régimen. Al régimen
lo conocemos y conocemos lo que quiere. Pero vosotros, señoras y señores,
debéis decir y hacer, y dejaros de luchas sin sentido. Comprendo que se diera
una dura batalla en torno al significado del derrocamiento del régimen, y que
dicha lucha se saldó aceptando la idea del derrocamiento del régimen con sus
símbolos y aparatos de seguridad. ¿Por qué seguís peleándoos unas veces en
secreto y otras en las pantallas?
Por Dios, el volumen de esta desgracia siria abruma a las
montañas, estad al nivel de la sangre derramada para no convertiros en la otra
cara del régimen.
Me parece un artículo de muy buen nivel y el articulista, en forma sencilla, hace un buen análisis de la situación siria y la internacional. Vale la pena guardar esto como material de trabajo.
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