Texto original: Al-Quds al-Arabi
Autor: Abdel Bari Atwan
Fecha: 06/01/2012
Cinco acontecimientos principales pueden, mediante la
profundización en ellos y la comprensión pormenorizada de sus matices y
significados, llevarnos a inducir los elementos de la escena siria global, en
los próximos meses del nuevo año.
El primero es el prolongado discurso que ha emitido el
presidente Bashar al-Asad ayer en el que ofreció un plan, una salida pacífica a
la crisis y su visión del futuro del país.
El segundo es la emisión de una fatua por parte del muftí general
de Arabia Saudí, el sheij Abd al-Aziz al Sheij, en la que prevenía a los ulemas
saudíes de llamar a la yihad en Siria y les pedía que se limitasen a orar por
los luchadores y apoyarlos con dinero, pero por medios oficiales.
El tercero es el anuncio de Benjamin Netanyahu, el primer
ministro israelí, de la intención de su gobierno de edificar un muro a lo largo
de los Altos del Golán como medida de protección tras la llegada de la “yihad
internacional” a las fronteras y la ocupación por parte de sus miembros del
lugar del ejército sirio que se ha retirado de la zona.
El cuarto es el aumento de las quejas de la oposición armada
sobre el terreno, liderada por el ESL, del cese de la llegada de ayuda tanto
económica como militar, lo que refleja un cambio en las posturas de los Estados
que les apoyan, árabes y occidentales, de forma temporal o permanente.
El quinto es la próxima celebración de una conferencia en Ginebra
dentro de dos semanas con la participación de miembros sirios opositores que
creen en el diálogo con el régimen bajo el lema de la preservación de la unidad
geográfica y demográfica, y la prevención de la división del país y su
desintegración. Lo que llama la atención es que esta conferencia, como dijeron
sus organizadores, está apoyada por países europeos entre los que se encuentran
Alemania, Suecia y Suiza.
Estos cinco acontecimientos están relacionados, por no decir
que se completan entre sí, y definen parcial o completamente la forma que
tendrá Siria, y tal vez algunos de sus vecinos también, en el nuevo año, como
reflejan los cambios que han tenido lugar y las nuevas lecturas de la escena
siria por parte de las fuerzas regionales e internacionales al mismo tiempo.
…
El discurso del presidente Al-Asad frustró las esperanzas de
sus opositores puesto que no fue el discurso de una persona derrotada que vive
bajo tierra, y que se traslada de un lado a otro, o de una piedra a otra, sino
que fue más fuerte y elocuente que todos sus discursos anteriores desde el
estallido de la intifada popular contra su régimen.
Es cierto que ha reconocido por primera vez que hay una “crisis”
y que hay una falta de seguridad, pero a pesar de centrarse en la solución
política y recibirla positivamente, ha lanzado un golpe preventivo a todas las
soluciones políticas propuestas, incluida la iniciativa de Ginebra, que había
aceptado su régimen, producto de un acuerdo EEUU-Rusia.
El presidente Asad, dijo con total claridad, que no
negociará con la oposición del exterior a la que acusó de ser agentes de
Occidente y dijo que si no tuviera más remedio que negociar, lo haría con sus
maestros, es decir con el origen y no la imagen (según su expresión), y que se
quedaría en sus sitio y no aceptaría ni siquiera que se le pida, aunque sea de
forma momentánea, que renuncie.
Estamos ante un hombre, según se entiende de su discurso, que
insiste en continuar por la vía actual hasta el final, sean cuales sean las
pérdidas humanas.
El que el presidente Asad se centrara en luchar contra los
grupos yihadistas y el Frente de Al-Nusra, que no nombró pero que se entendía
que se refería a él, para marginar a la oposición exterior y sus prolongaciones
interiores en primer lugar, y el reconocimiento del papel activo de estos
grupos sobre el terreno en segundo lugar, fue un intento de coquetear con Occidente y EEUU en
concreto, que ha puesto a algunos de estos grupos en la lista de terrorismo.
...
Hay tres puntos que se mencionaron en el discurso y que
descubren la situación de negacionismo del presidente que no se pueden ignorar:
El primero: Su propuesta de una iniciativa pacífica, que
incluye nuevas elecciones, un nuevo parlamento, una nueva constitución y un
diálogo nacional inclusivo, supone un reconocimiento de que todos los “pasos
reformistas” que ha dado a trompicones en un intento de contener el enfado de
la calle en su momento, y que se materializaron en elecciones parlamentarias y
una constitución no han convencido y no han logrado ganarse a la calle ni
interior ni exterior.
El segundo: Su descripción de la primavera árabe como una “burbuja”
es demasiado simplificada, pues la primavera árabe, aunque discrepo con este
término, ha derrocado a un régimen egipcio que había paralizado a la comunidad
árabe durante más de cuarenta años y que estaba al servicio del proyecto
sionista, del asesinato de la resistencia y la humillación de la comunidad.
Además de que si la primavera árabe no hubiera tenido lugar, el presidente Asad
no habría hablado de un diálogo inclusivo y un nuevo parlamento electo, ni
habría reconocido la existencia de una oposición interior con la que se debe
dialogar, ni las injusticias que habían acaecido al pueblo sirio durante los cuarenta
últimos años. Tal vez sirva recordar que el presidente Asad incitó a la
revolución contra los regímenes “no antiimperialistas” al inicio de esta “primavera”.
El tercero: Que dijera que no hay una oposición con la que
se pueda dialogar, y expresara su total rechazo a hablar con la oposición
exterior, pues la falta de presencia de una oposición en Siria se debe al
rechazo del régimen a que existiera cualquier oposición más que en las cárceles
y centros de detención. Incluso la oposición interior que acepta el diálogo,
como los señores Hasan Abdel Azim, Aref Dalila y Louay Hussein, y antes que
ellos Michel Kilo (la lista es más larga), habían estado en las cárceles y
habían cumplido su tiempo de condena, siendo sometidos a torturas corporales,
psicológicas o ambas.
Es difícil que el presidente Asad sea derrocado sin una
intervención militar exterior, pero dicha intervención es ahora menos probable,
si no es más descartable que nunca, pues la administración estadounidense teme
sus consecuencias y no puede acarrear los resultados humillantes como sucedió
en Iraq y Afganistán. Esto junto a la fatua del muftí saudí, las palabras del
emir Saud al-Faisal ayer sobre el apoyo de su país a la solución política en
Siria y la necesidad de dejar la cuestión de la salida de Asad a los sirios, y
las quejas del ESL de la sequía de las fuentes de apoyo financiero y militar,
son indicios que hacen que el presidente sirio esté menos nervioso por su
destino que antes.
Muchos predijeron que Asad caería en 2012, incluso antes, y
muchos han predicho que caerá este nuevo año, pero el “frío” estadounidense,
la degradación de la polarización sectaria y la prolongación de los peligros de
la crisis siria a los países vecinos (Iraq por ejemplo, el muro israelí en la
frontera del Golán, la fatua del muftí de Arabia Saudí y la indiferencia del
régimen egipcio, además de la desestabilización de algunos países de la
primavera árabe) son factores que pueden alargar la vida del presidente Asad y
su régimen durante otro año, si no es más.
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