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lunes, 22 de abril de 2013

La dimisión de Moaz al-Jatib



Texto original: Facebook 

Autor: Burhan Ghalioun

Fecha: 21/04/2013


 
Ahmad Moaz al-Jatib es de las personas queridas que entraron en el campo de la política siria en las más difíciles condiciones, y no hay nadie mejor que yo para comprender su deseo de dimitir, un deseo que yo mismo sentí previamente, debido a las intermitentes presiones a las que se enfrenta quien recibe un puesto de responsabilidad en la cuestión siria, sea fuera de la Coalición o especialmente dentro. Un deseo que se debe también a la parálisis que caracteriza la acción de los sirios y que empuja a todo grupo a barrer para casa, sin preocuparse por el interés general y sin ningún espíritu de responsabilidad, por no decir ningún concepto de acción pública; es decir, para el pueblo, la gente y la patria.

Pero lo que no he entendido es el significado del contexto en el que el presidente de la Coalición Nacional presentó su dimisión y la justificación que dio para ello. Que los interesados, y me refiero a los miembros de la Coalición, sepan que no vas a seguir y que deben buscar una alternativa es algo natural, y es así como debe ser, pero que lances tu dimisión ante los países extranjeros, aunque se llamen a sí mismos Amigos de Siria, significa que te comportas como si fueras un empleado en una empresa suya y no quisieras seguir siéndolo. Por ejemplo, presentas tu dimisión porque no han hecho lo que les pediste, como si supusieras que la causa es su causa, y como si sus recortes en tu contra te impidieran seguir.

El presidente de la Coalición no es el representante de los Amigos de Siria ni trabaja a su cuenta y,  porque no fue nombrado por ellos, no les presenta a ellos su dimisión. Su dimisión se la presenta a quienes le eligieron, que son los miembros de la Coalición, que se supone que representan al pueblo sirio, y nadie presenta su dimisión al pueblo sirio porque quienes dicen ser sus amigos no han se han hecho amigos suyos.

La presidencia de la oposición no es un honor ni una celda de oro. Es, al contrario, una gran, importante y cansada responsabilidad y una incesante preocupación. Abandonarla sin una justificación seria es desentenderse del deber y la responsabilidad, imagina si se hace con el pretexto de que la sociedad internacional no complace al presidente. Si esta dimisión fuera correcta, no sería patriótico que ningún nuevo candidato aceptara la presidencia, porque hacerlo sería aceptar de la comunidad internacional lo que Moaz al-Jatib no acepta, y que su patriotismo es dudoso. Y si fuera correcto que nuestra objeción a la débil postura internacional se transformara en nuestra dimisión, todos los miembros de la Coalición deberían hacer lo mismo, aún más, sería un deber nacional disolver la Coalición.

Comprendo que se presente la dimisión en protesta por los compañeros que no trabajan ni colaboran lo suficiente conmigo para lograr las misiones que se nos asignan, pero no entiendo cómo voy a dimitir para protestar por la no satisfacción por parte de la comunidad internacional de mis legítimas peticiones. En tal situación, ¿quién trabajará para satisfacerlas? ¿Cómo cambiaremos las posturas de los países para que sean más acordes con nuestras peticiones? Además, ¿por qué espero que mi dimisión sirva para cambiar las posturas de dichos estados que, de todos modos, no están demasiado interesadas en nosotros y nuestra causa? Al contrario, puede que exploten la dimisión para justificar su austeridad y lanzar la pelota nuevamente al campo de la dividida y débil oposición. 

Moaz al-Jatib es una gran energía y una gran pérdida. Debería haber seguido porque es la persona más adecuada con diferencia para esta etapa, a pesar de todas las críticas que algunos le han lanzado por no ceñirse a las reglas establecidas de la acción política, y quizá por eso. Pero su dimisión, en la forma en que la ha presentado, ha debilitado a la revolución y a la oposición. Un revolucionario no dimite porque su enemigo o su aliado no le reconozcan o no le traten como deben. Un revolucionario sigue llamando a la puerta hasta que logra su objetivo, y llama con más fuerza aún, pero no se retira, ni se debilita ni se asquea del comportamiento de sus enemigos o incluso sus amigos, virtuales o supuestos.

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